Begur
La Costa Brava, que comprende una vasta franja de unos 200 kms del litoral catalán mediterráneo, cuenta con el honor de incluir largas playas como Palamós, Platja d’Aro, Roses o la Platja de Pals y, a su vez, un número reducido de pequeñas calas de incomparable belleza que, estando rodeadas de abruptos escenarios rocosos donde los pinos llegan a acariciar el mar, otorgan el calificativo de brava a este maravilloso tramo de la costa de Girona. Y es precisamente en Begur donde la espectacularidad de estos rincones logra su máximo esplendor en las calas de Aiguablava, Sa Tuna, Sa Riera, Platja Fonda o Tamariu.
Todo el Ampurdán, fue ya una colonia griega antes de que los romanos comenzasen la romanización e hiciesen acto de presencia en la península en el s. III aC. Desde entonces, la zona se convirtió en un clásico lugar de retiro para muchos oficiales, a los cuales el César otorgaba tierras una vez cumplidos sus servicios militares al Imperio. Fue así como esta región comenzó a obtener un notable prestigio fuera de nuestras fronteras, de manera que las sucesivas migraciones no han hecho sino corroborar aquello que quienes habitan aquí siempre han sabido: que la Costa Brava contiene en sí todo un mundo de bienestar.
El clima, la fascinación por su costa, la belleza cromática de sus paisajes, la pureza de su aire, libre de toda contaminación debido a su alejamiento de cualquier centro industrial, hacen de esta zona un lugar ideal para disfrutar del sol en verano y de la paz en invierno. No hay que olvidar que los Pirineos se encuentran a sólo dos horas en automóvil y que en la época invernal aloja excelentes instalaciones de nieve, además de proporcionar unas vista incomparables de toda la región.
Alrededor de Begur podemos encontrar pequeños pueblos que conservan todavía intacto su encanto medieval. Tal es el caso de Pals, Peratallada o Palau Sator. Entre villa y villa se extienden preciosas vistas de campos sembrados de arroz, flores, girasoles, etc. siempre salpicados por masias, denominación típica del caserío catalán. El viajero tiene entonces la sensación de estar sumergido en un auténtico cuadro paisajístico, en el que la historia aún conserva su protagonismo en la fisonomía de la zona. Los castillos de Begur y de Torroella de Montgrí (antiguas defensas contra el ataque de piratas), así como el conjunto arqueológico griego de Empúries son valiosos testimonios de ese pasado.
Begur y la Costa Brava no sólo son célebres por lo que existe sobre ellos. También por lo que se hace. Es así que encontramos una maravillosa producción local en la elaboración de vinos. Además sus habitantes aún conservan el encanto de la buena cocina y, sobre todo, de los buenos platos servidos en familia. La participación en los eventos tradicionales del pueblo es aquí muy activa. Un buen ejemplo de ello es el baile típico catalán de la sardana, celebrado varias veces al año, y en el que todos los participantes unen sus manos como símbolo de fraternidad en la plaza del pueblo. Museos, festivales musicales de verano (de jazz, música clásica y de rock), e incluso discotecas en forma de carpas situadas en pleno bosque, son algunas de las otras ofertas que complementan la gran variedad de actividades de ocio que pueden llevarse a cabo en esta zona.
Sin lugar a dudas, Begur y sus alrededores gozan de unas excelentes instalaciones para la práctica deportiva. Los amantes del golf, del tenis, del submarinismo e incluso del paracaidismo o del windsurf tienen como punto de reunión esta zona para llevar a cabo su actividad. Podemos encontrar, además, gimnasios, puertos destinados a la navegación deportiva y de recreo, circuitos de karting, etc.
En esta pequeña zona del Ampurdán es muy frecuente la práctica de la natación, el vuelo con ultraligero, los paseos a caballo, las excursiones a pie, el mountain-bike, el alpinismo, el esquí acuático, la pesca con caña, el voley-playa… y todo un mundo de posibilidades para disfrutar en nuestro tiempo libre que hacen de Begur el lugar perfecto para mantenerse en forma.